Los golpes sordos, y la ingravidez del amor
Una historia sobre la violencia de género y la fuerza del amor.
Ilustraciones de María Horna Martínez
«… Es fácil decir que las mujeres hemos de ser valientes para llamar al 016, que hemos de acudir a las autoridades para denunciar los hechos violentos de los machos; es jodidamente fácil decir a la víctima lo que debe hacer. Lo difícil es hacerlo cuando no tienes más vida que estas cuatro putas paredes, cuando no tienes más recursos económicos que el salario de quien te agrede, cuando no tienes más miedo que el que un cabrón victimario pueda infringir a tu propia hija. Ese miedo te atenaza, te paraliza. Ese miedo te carcome y se apodera de tu ser y de tu mente para someterte ante la fuerza del puño, para empequeñecerte hasta degradarte por completo como proyecto de mujer. Ese miedo te hace ver que, en realidad, estás sola sin más oportunidad que esperar que no venga a casa lo suficientemente bebido como para que no tenga más ganas que de derrumbarse vestido sobre la cama y no de violarte. Es muy fácil hablar por los demás sin imaginar cómo pueden ser esos demás y sus jodidas circunstancias de violencia …».
Extracto de la carta escrita por Virginia a su hija Inés, antes de la noche del gran desastre en la que la violencia de género explosiona. Jon, el tío de Inés, se la dará tiempo después y, así, ella conocerá con su lectura los sufrimientos padecidos por su ama a la vez que descubrirá la poderosa fuerza universal que es capaz de vencer a los golpes sordos: la ingravidez del amor.
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